OTRA EDUCACIÓN ESTÁ YA SIENDO POSIBLE







A partir de considerar que ni la sociedad ni la educación se cambia por decreto y que la acción política institucional tiene un alcance reducido (puede estimular, apoyar y difundir propuestas innovadoras pero no crearlas y menos imponerlas con éxito) se ve necesario hacer más hincapié en la fuerza de la ciudadanía y de sus organizaciones.
En la misma línea apunta el que tal vez la objeción mayor al cambio provenga del pensar que no es posible basado en el silencio y el desconocimiento de experiencias exitosas que lo vienen haciendo real.
Ambas razones abonan la necesidad de centrarse en el compartir experiencias. En un intento de delimitar campos habría que buscar experiencias, aunque de manera interrelacionada,  que abordaran discursos, prácticas y organizaciones docente o mejor, prácticas discursivas, prácticas docentes y prácticas organizativas.
Necesitamos nuevos discursos  que nos hablen de esa educación, nos orienten y amplíen horizontes al tiempo que suministran razones contra el existente y justificaciones para el nuevo; prácticas que traduzcan los valores y orientaciones que se defienden y eviten que el debate se reduzca a ideas; y manera de organizarnos que las hagan viables y potentes superando las innovaciones individualistas y segmentarias.
Compartir las experiencias existentes analizadas desde esta perspectiva, nos permitiría disponer de discursos, prácticas y organizaciones alternativas a las existentes así como convertirlas en propuestas creíbles capaces de desmontar los argumentos defendidos desde el poder actual. Solo así la conquista democrática del poder podría llevar a un auténtico cambio y mejora de la educación y, mientras tanto, fortalecer la alternativa y reforzar la esperanza de que otra forma es posible.
A modo de ejemplo podríamos ofrecer:

  1. Otro concepto de calidad educativa.
  2. Prácticas que hacen visibles los valores alternativos defendidos.
  3. Organizaciones que articulan las diversas educaciones y consiguen la participación de la comunidad educativa.
La propuesta, resulta evidente, no toca todos los aspectos necesarios para el cambio puesto que no se refiere a los más palpables y considerados propio del Estado tales como financiación, legislación, selección del profesorado…Sin dudar de su importancia son insuficientes en sí mismos. Y lo son porque solo constituyen el marco que permite y posibilita otra educación pero no la hacen efectiva (ya conocemos lo que ocurre con las prescripciones). Por el contrario pretendemos ofrecer modelos basados en la práctica existente, posibles hoy con todas las limitaciones existentes y, mucho más, cuando la política educativa cambiara. Legislación y financiación resultan insuficientes al carecer de proyecto educativo fundamentado en prácticas alternativas: esa sería nuestra aportación.

 Juan Pérez Ríos 


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